La historia de los wargames lleva algo más de rodadura que la de los juegos de rol. De hecho, podría considerarse que el primer wargame de la historia es el ajedrez, ciertamente, pero dejando de lado este clásico juego, existe otro predecesor de los juegos de table
ro dedicados a escenificar batallas en una mesa o, como en este caso, en el propio suelo. Se llamaba Little Wars.
En 1913, el escritor H.G.Wells publicó su reglamento para «a game for boys from twelve years of age to one hundred and fifty», en el que ponía reglas a los combates con figuritas de plomo y cañoncitos de juguete de la casa W. Britain, así como reglas de ampliación para tratar los suministros, las cargas de caballería y otras contingencias que podían dar más realismo a un juego en el que el combate era por turnos.
Mas de un siglo ha transcurrido desde aquel arcaico pero simple sistema de juego y los reglamentos se han multiplicado desde entonces hasta límites insospechados. Existen wargames de todas las ambientaciones posibles: conflictos actuales, históricas, alternativas, futuristas y fantásticas, cada una con su idiosincrasia particular y sus aficionados, pero merece la pena recordar los orígenes de estos juegos, alejados de nosotros en el tiempo y la distancia y cuya ingenuidad en sus orígenes nos hace sonreir hoy en el siglo XXI.
(Como nota, es posible encontrar dicho reglamento en la página del Proyecto Gutemberg)